"Querida Mary del futuro:
Espero que ya tengas el pelo más largo. Por favor, recuerda no volver a dejar a mamá que te corte el pelo.
Tal vez a estas alturas ya estés en cuarto año. O incluso séptimo. No, séptimo no, si estuvieras en séptimo no tendrías tiempo de leer nada. Lo siento por tí.
Ojalá pudiera saber qué estás haciendo. Saber qué has descubierto. Saber dónde has estado.
Sólo sé que yo desde aquí labraré tu presente. Estoy trabajando duro para que tú puedas decir que estás orgullosa de tí misma.
Me pregunto qué pensarás si miras atrás. Si ves a la yo de ahora, ¿qué piensas?"
Guardián de eternidad guarecida
de verdades encontradas para todos los hijos de Madre Tierra.
siempre a ella he dado la vida...la muerte.
Seguiré así.
Violetta Juliette Black
Mi destino es tejer ese hilo sobre el que caminaréis, y procurar tejerlo tan firme que nunca caigáis.
"Deberías empezar a entender cuál es tu posición, Hagrid. Tú eres un semigigante, y eso te hace diferente. ¿Crees que no sé con qué sueñas? ¿Crees que no sé cuáles son tus expectativas? Pero no importan, querido amigo, no importan, porque nadie te aceptará. Y llegará un día en que YO sea profesor en este castillo, YO viva aquí, entre alumnos y profesores, recibiendo los halagos del director Dippet y del profesor Dumbledore, y tú, Hagrid, estarás suplicando que alguien te de de comer en una esquina del callejón Diagon. A no ser, por supuesto, que me hagas caso, y aceptes lo que realemnte eres, y te marches."
-A Hagrid, le confiaría mi vida.
Cuando entré en el dormitorio, Hugo me clavó a la pared con una mirada.
Yo me quedé en silencio, hasta que el sonido de la respiración de Hugo se hizo más errática, y me dirigí hacia él.
Cuando le giré hacia mí, por alguna razón me sentí culpable de sus lágrimas.
-¿Estás bien?
Esta vez no sonrió.
-¿Tú que crees?
Me quedé mirándole a los ojos. Y resolví su puzzle.
-Que quiero que estés bien.
Él sollozó. Y sonrió.
-Sólo...te quiero, Cedric Diggory.
Ese fue el primer impulso que obedecí. Abrazarle fuerte.
-¿Vas a decirme que es normal?
Yo reí. Sentí con los pies en la tierra la misma sensación de euforia que en el aire.
-No. Voy a decirte que yo también.
Besarle fue el segundo. Y cerrarle la puerta en las narices a Marvin Macnair gritando "Te lo dije, te lo dije", el tercero y último de mi anterior vida.
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-Gracias, Hugo, de verdad que te adoro.
Hugo le sonrió y le revolvió el pelo. Y allí estaba yo, deseando ser un poco menos listo y que me ayudase a mí también.
Marvin se levantó de la mesa y, tras un millón de gracias y elogios hacia Hugo, se fue corriendo a entregar su trabajo atrasado de Herbología.
Yo estaba profundamente distraído ese día. Llovía y no podía salir a volar. Y creo que Cho Chang interpretó que la miraba a ella, porque me guiñó un ojo. Yo le sonreí por cortesía, y cuando ella se sonrojó, supue que algo había hecho mal.
-Cedric.
Cho Chang se había levantado. Oops.
-Sí, dime.
-Estaba pensando que podrías echarme una mano...con las pociones, ya sabes.
-Sí, claro, siéntate.
Ella cambió la cara y sonrió. Coquetamente.
-Ah...no, en el Aula de Snape. Ya sabes...la práctica.
Supongo que no vi el doble sentido. Por inocente o por idiota. Y tampoco supe leer la expresión de Hugo cuando me marché.
Mi quinto impulso desmedido fue apartar a Cho Chang de un manotazo cuando me besó frente al caldero de Snape. Pero no lo hice, por educación tal vez, y cuando ella se separó de mí vi el rostro de Hugo, mirándome con algo que muy bien podría ser rencor.
-Ahí te dejo tus apuntes, Diggory. Aunque no creo que los necesites.
Supongo que me quedé bloqueado en el sitio, porque Cho Chang se colocó delante de mí, preocupada.
-¿Estás bien?
Yo recogí mis cosas como un huracán, aún en mi mundo.
-¿Tú que crees?
-No sé.
-Sólo...tengo que irme.
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-Van dieciséis esta semana. ¿No vas a decirle que sí a ninguna?
Marvin miró con pena a la chica ravenclaw que se marchaba llorando desconsolada, y luego me miró a mí elocuentemente. Yo miré a Hugo, que tenía la mirada perdida en su tazón de cereales, y cara de querer dormir.
-No.
Marvin se rió, con su habitual cara de "no lo entiendo".
-En serio, Cedric, alguna habrá que te guste.
Me lo planteé, juro que lo hice. En aquel mismo instante.
-No.
-¿No?
-No.
-Tú sabrás.
Hugo revolvió sus cereales, suspirando. Yo le miré, extrañado.
-¿Hugo, estás bien?
Él levantí la vista y miró a la mesa Ravenclaw, donde aquella chica seguía tristemente envuelta en lágrimas.
-¿Tú que crees?
-Que no.
-Sólo estoy un poco...decepcionado.
Marvin volvió a mirar a la chica, y respondió.
-Es normal.
Marcharme fue mi cuarto impulso inexplicable. Pero me quedé.
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-Oh, Dios, lo ha conseguido.
Oí la voz de Hugo en un susurro, a pesar de estar tan lejos. En aquel momento, sonreí, aunque nadie pudiese verlo.
-¡Cedric, lo has hecho!
Sólo sé que mis nuevas y maravillosas alas respondieron por mí, alzándome en el aire con un recién descubierto orgullo. Hubiera llorado, reído tal vez.
Descendí cuando quise atesorar el momento. Caí en el suelo con mis pies descalzos, y Hugo corrió hacia mí con mi túnica en los brazos.Se quedó en silencio mientras yo temblaba de frío, y yo me vestí, empapado.
Cuando le miré me sonrió, con su sonrisa de siempre.
-¿Estás bien?- me preguntó, entrecerrando los ojos.
Yo reí, aún tiritando.
-¿Tú que crees?
-Que no.
Le miré extrañado, pero enseguida volví a sonreír. Inusualmente.
-Sólo...estoy un poco impresionado.
Aquel fue el tercer impulso escondido. Decirle, a él, en aquel momento, que no existía otra persona en el mundo con la que compartir mi primer vuelo.
El rió, dándome una palmada en el hombro.
-Es normal.
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-¡Atrápala, Cedric!
Mi mano se deslizó hacia adelante y mi escoba se desniveló, pero alcancé la quaffle. Justo a tiempo.
Rasgué el aire, esquivando a Flint, y clavé mi vista en los aros de gol. Mi mente, como siempre, se quedó en blanco. Y extendí en brazo tomando impulso, para conseguir lanzar antes que Martin Banks pudiese reaccionar.
-¡Hugo, a tu derecha!
El grito de la muchedumbre me desconcentró, y miré atrás sin poder evitarlo. Hugo cayó de su escoba, golpeado por una bludger mal intencionada, y se precipitó al vacío, demasiado lejos de mí.
Grité, pero no me oí. Y aunque dejé caer la quaffle y dirigí mi escoba, sabía que no llegaría. No así al menos.
Y el cuerpo de mi compañero tocó el suelo con un ruido seco, y yo salté poco después. Recuerdo que, cuando llegué a su lado, intentaba levantarse a duras penas y sangraba por la nariz.
Agarré su cabeza con mis manos y le miré con preocupación. Él se limitó a sonreír, con un gesto de dolor.
-¿Estás bien?
-¿Tú que crees?
-Que no.
-Sólo...estoy un poco dolorido.
Creo que le sonreí. Y ese fue mi segundo impulso atragantado, la voluntad de decirle que algún día yo sería capaz de deterner su caída.
-Es normal.
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-¿Por qué llegaste tarde?
Él levantó la vista del trabajo y me sonrió como si le hubiera dicho algo bonito.
-¿Me estás preguntando sobre mí?
Yo le miré, extrañado.
-Sí. ¿Por qué te sorprende tanto?
-No sé, es raro.
¿Realmente era tan raro? Sólo sentía curiosidad. No solía interesarme por asuntos banales, es cierto. Pero no creo que fuese tan inusual.
-Pues...mi padre murió poco antes de mi ingreso en Hogwarts, a mi hermano Otto le costó un poco hacerse cargo de todo, nada más.
Recuerdo que sentí pena en aquel momento. El rostro de ese chico era todo un enigma, un puzzle hecho para sí mismo, probablemente sin la intención de que alguien intentaso resolverlo alguna vez.
-¿Y estás bien?
Hugo volvió a mirarme con una sonrisa en la cara.
-¿Tú que crees?
-Que no.
Mi respuesta debió descolocarle, porque su sonrisa se borró un poco, casi imperceptiblemente, durante un instante.
-Sólo le echo de menos.
Aquél fue mi primer impulso controlado. Sentí ganas de abrazarle, pero no lo hice. Supuse, supongo, que no me correspondía ese consuelo.
-Es normal.
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Recuerdo mi primer día en Hogwarts como si fuese ayer.
Estaba aterrorizado. Todas las palabras de orgullo y alegría de mi padre sólo habían conseguido ponerme más nervioso. Había estado aprendiendo nuevas cosas ese verano, porque ir a Hogwarts iba a ser, a palabras de mi padre, "mi primera mejor experiencia".
Y allí, en aquel comedor inmenso, había demasiada gente. Tal vez no demasiada, pero sí demasiado excitados. Y yo sólo quería huír de allí, salir volando hacia aquel maravilloso cielo y desaparecer.
Y cuando pronunciaron mi apellido, me asaltó el afilado miedo de que el Sombrero Seleccionador me desgnase a la casa Slytherin. No hay ventanas en una mazmorra.
Pero fue Hufflepuff el nombre que salió de su boca de tela, y fue grande mi suspiro de alivio. Los aplausos y vítores me ensordecieron y me sonrojaron, y, una vez más, deseé volver a casa.
Días después descubrí que no todo era tan malo. Podía ver el cielo desde mi cama, y eso me consolaba gran parte. Las clases no estaban mal, y la gente me trataba bien. Y empecé a sentirme cómodo.
Hasta que poco después llegó él. Un chico de tez pálida y ojos oscuros y penetrantes, que se instaló en mi cuarto por sorpresa, arruinando la armonía que empezaba a gustarme.
Y cuando me paré a observarle, él me clavó los ojos y sonrió de oreja a oreja, saliendo a correr hacia mí con la mano extendida.
-¡Hola! Me llamo Hugo, Hugo Bagman, seré tu compañero. ¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Cedric, Cedric Diggory.
-De acuerdo, Cedric, pareces listo. ¿Me ayudarás? Necesito ponerme al día.
"Tendré que pensármelo", pensé para mí. Pero cuando me di cuenta ya le había dicho que sí, y Hugo Bagman ya me llevaba del brazo a la biblioteca.
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"Sabed, después de esto, que con la mente bien amueblada y una esperanza inviolable, seréis invencibles, y hasta los peores horrores, no podrán tocaros"
-Absolutamente no.
Él rió, remangándose la chaqueta.
-¿He dicho algo gracioso?
-Oh, vamos, no es gran cosa. Sólo es un poco desconocido, nada más. ¿No te dará miedo...?
Ella bajó la cabeza y se cruzó de brazos.
-Un poco tal vez...
Él volvió a reír, agarrándola por la cintura y besándola en la mejilla.
-No te hará nada. Es amigo mío.
-Pero...¡tiene ocho patas!
Él sólo sonrió, entrecerrando los ojos con ternura. Le acarició el vientre por encima de la tela de su blusa, con un gesto protector.
-Yo no permitiría que os pasase nada. Pero él quiere conoceros. Será toda una experiencia...para tí y para él.
Le acarició el pelo y besó su cuello.
-Confía en mí. No haremos nada que no quieras.
Ella se encogió bajo sus brazos, y le miró suavemente, como siempre hacía.
-Iremos a verle.
Se dejó abrazar, disfrutando de su tacto.
-Regulus Black, podría hacer cualquier cosa si es contigo.
Dicen que cuando lloras tu alma respira.
Yo digo que cuando lloras, tu alma....revive.
Por eso después, eres tú el que puedes respirar.
Son lágrimas que pueden curar cualquier herida.
Estoy deseando verte.
Sirius observó desde su asiento en el alféizar de la ventana el resto de la habitación vacía.
Anda que menuda suerte.
Justo la Navidad que Sirius Black pasa en Hogwarts, el castillo se queda vacío. Parecía hecho adrede.
Sirius resopló y se acomodó en el alféizar, mirando al Gran Lago. Apoyó la cabeza en sus rodillas y dejó que el tiempo pasase, lento y torturante...
Extrañó un poco el calor de la chimenea de Grimmauld Place...diría incluso que extrañaba el café caliente que Kreacher le llevaba cada mañana...
Pero esa Navidad no habría chocolate, ni cena, ni regalos...
"Eres la vergüenza de la familia. No mereces el apellido Black"
Bah. Y a él qué le importaba. Mil veces prefería pasar la Navidad con el loco tragacaramelos de Dumbledore que con una familia de orgullosos mortífagos...
Una cristalina lágrima se escabulló por su mejilla.
"Mierda".
Pero debía reconocer, que en aquel enorme castillo, sin tener a su familia ni a sus amigos, se sentía solo.
Odiaba estar solo, porque estando solo podía darse el lujo de llorar.
La nueva generación de grandes magos
La polémica entrega de premios del Ministerio de Magia
Saludos, mis fieles lectores. Aquí estoy de nuevo, dispuesta a traeros a aquellos que me leéis diariamente las más nuevas y deliciosas novedades que hacen cosquillas al Londres Mágico.
Hoy he venido a traeros a aquellos que, al contrario que yo, no habéis tenido la oportunidad de asistir a tan selecto y magnífico evento que tuvo lugar este sábado, la crónica del que sin duda, será uno de los días que dé más que hablar del año.
Todos los que asistimos a esta improvisada ceremonia íbamos con la misma idea en la cabeza: qué sería, y para qué nos habrían invitado. Al fin y al cabo, no es así como suele actuar el Ministerio de Magia, convocando a casi cien magos de todas las categorías, dejándoles en vilo hasta el último momento, e incluso ocasionando que ciertas conocidas personalidades se sintieran decepcionadas. A pesar de todo, la aparición del popular Rufus Scrimgeour eclipsó incluso la del mismísimo ministro, calmó tanto los ánimos que el señor George Menkalinam dejó de darme la lata.
¡Y qué sorpresa, qué sorpresa, cuando el señor Scrimgeour (cuya melena, por cierto, me parece de las más elegantes, por no decir la que más) anunció que habíamos asistido a una entrega de premios! Y dirán ustedes, ¿por qué tanto revuelo por algo tan cotidiano como una entrega de premios del Departamento de Seguridad Mágica?
¡Pues agárrense a sus calderos, porque los premios fueron entregados, nada más y nada menos, que a ciertos alumnos “prodigios” de Hogwarts! Seguramente recordarán aquella...como llamarla, peculiar portada del periódico El Quisquilloso, dirigido por mi querido colega Xenophilius Lovegood, protagonizada por nada más y nada menos que un dragón. Supongo que tanto ustedes como yo, sabíamos al ver esa portada, que el tema de ese chico con tendencia a destacar entre sus compañeros daría bastante de que hablar.
Ese chico en concreto...tuve la oportunidad de cruzar palabras con él, a pesar de que ya a su joven edad sea...toda una “eminencia”. Ya lo saben, ese tipo de fama, que en edades tan tempranas pueden subirse demasiado a la cabeza. Sería una pena, seguro que están de acuerdo conmigo, que un chico que es capaz de montar dragones se perdiera por su fama fácil. A pesar de todo, ese chico (que como dato he de decir que, tras la desgraciada y misteriosa muerte de su padre, fue criado por nada más y nada menos que los Malfoy) goza de una educación maravillosa. Quisiera verle dentro de unos años, a cuántas señoritas adulará, probablemente con la intención de le favorezcan. Ya me entienden.
Y hablando de adular...tuve también la oportunidad de entrevistar a otra de las premiadas...Que, lo crean o no, es la mismísima Violetta Lestrange. Sí, han leído bien, parece mentira que alguien con esas raíces pueda recibir un premio del ministerio. Supongo que el hecho de crecer donde creció y con la imagen con la que creció no le supuso un retraso en cuanto a sus capacidades. Otra chica con potencial, sin duda, siempre y cuando su belleza, heredada de su madre, no la haga irse...por el mal camino.
Ya lo saben, nadie podría decir si esta entrega de premios fue tan inocente como se pintó. ¿Sería algo arreglado por Dumbledore para hacer ver que sus alumnos llegarán lejos, como piensan algunos? ¿Sería un intento del Ministerio de Magia de mantener controladas desde jóvenes a las nuevas promesas?
Al fin y al cabo...todos sabemos qué ocurrió con el último chico que se dio a conocer tan joven. Y no nos gustaría.
En fin, queridos lectores, tal vez vuelva más adelante contando sobre los demás premiados. Empiezo a pensar que no me llega el espacio en esta columna.
Besos de caramelo!
Rita Skeeter.
Hace tiempo que no te escribo. Han pasado muchas cosas. Tantas que me supera.
¿Sabes cuando aprietas las manos contra tus ojos? Al principio sólo ves oscuridad. Luego, poco a poco, pequeños puntos de luz aparecen. Son bonitos, como chispas de colores.
Pero cuando abres los ojos, la luz te deslumbra.
Mi querido Rey, el mundo ya no es tan seguro.
Lily. James. Sirius...todos se han ido. Ahora sé quien es ella, la mujer que opacaba todos los puntos de luz de mis sueños. La misma que me arrebató todo.
Nunca pensé que yo sería del tipo de gente que cede ante el dolor. La evasión del mundo ante lo más horrible, ante las peores intenciones de la gente.
He aprendido que soy débil. Supongo que lo he sabido todo el tiempo. Soy tan débil, que no soy digna de aparecer ante tí, mi Rey.
Frank es como un niño. Ya no tengo su apoyo, ya no puedo agarrarme a él. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que le necesito. Tal vez ahora sólo pueda agarrarme a ti. Lo único que ha seguido conmigo, en mi corazón, incluso en mi oscuridad. Tiene gracia lo que la mente de una persona crea en los momentos más difíciles.
Incluso esta carta... he aprendido también la importancia de las rutinas. El día a día. Lo aprecias cuando te falta, cuando cada segundo puede ser el último.
Supongo que a pesar de saber que es inútil, incluso infantil...seguiré escribiéndote.
Mi pequeña esperanza.
'Los cuentos de Beedle el Bardo'
'Recorrido con los trolls' de Gilderoy Lockhart
'Los asombrosos Wigtown Wanderers' de Kennilworthy Whisp
Un caldero de amor caliente e intenso de Celestina Warbeck
Ajedrez mágico
Colección Quidditch: Quaffle, 2 bludgers, snitch, bates.
Baraja de cartas autobarajables
No me gusta como huele.
Mis hermanos tienen miedo. Están inquietos.
Yo tengo miedo. Él tiene miedo. Todos tenemos miedo.
No me gusta el olor del miedo.
He visto en sus corazones. Me temen. ¿Por qué me temen? A él no le temen, y yo soy igual a él. ¿Por qué no pueden verlo? Mi corazón late como el suyo, respiro como él, piso el mismo suelo. ¿Por qué me ven diferente?
Sé que no debería estar aquí. No sé cuál es mi lugar, pero sé que no debería estar aquí.
No quiero irme.
Quiero quedarme a su lado. Él me protege. Él me entiende. Él me quiere.
No quiero irme.
Él no dejará que me hagan daño. No dejará que me alejen de él. Él nunca dejaría que me hicieran daño.
No volveré a volar. Me esconderé.
Yo nací aquí. Pertenezco aquí, este es mi hogar, ellos son mi familia.
Quiero quedarme aquí para siempre.
Me duele el corazón. No me gusta el olor de las lágrimas.
Tengo miedo.
¿Dónde estás?
Mi tío dice que seré grande...yo discrepo de puntillas.
1 comentarios Publicado por Unknown en 16:57Pero fue porque él me tiró de las trenzas.
Probablemente conozcas a mi tío. Se llama Filius, es profesor en Hogwarts y jefe de la casa Ravenclaw. Es muy majo, su amabilidad es inversamente proporcional a su estatura.
¿Qué se supone que debo decir aquí? Me gustan los peces. Pero no cocinados. Tengo un pez payaso, se llama Boo. Tenía dos al principio, hasta que Boo se enamoró de la otra pececita y se la comió. Dicen que hay amores que matan. Fue una tragedia.
Mmm...también me gusta dormir. Y comer. Y luego dormir y soñar con comer. Porque dormir mientras como es imposible. Lo sé desde que casi me ahogo en mi propio plato de crema de guisantes.
¿Qué cuando soy más feliz? Pues cuando estoy con mi familia. ¡Y con mis amigos! Tengo unos amigos geniales. Y cuando estoy en clase, ¡me encantan las clases! Especialmente las de Defensa contra las Artes Oscuras. No es que me guste la asignatura, es que el profesor Quirrell me hace mucha gracia.
Ah, vale, ¿ya está? Ah, no, no pienso responder a eso. Yo no pienso en chicos, ¡qué perdida de tiempo! Prefiero ayudar a Peeves a tirar retretes por la ventana. Sea como sea, a mí no me gusta ningún ravenclaw, eh?
Había una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso.
Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Sin embargo, estos hermanos habían aprendidos las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la muerte les habló. Estaba enojada porque le hubieran sido escatimadas tres nuevas víctimas, ya que los viajeros normalmente se ahogaban en el río. Pero la Muerte era astuta. Fingio felicitar a los tres hermanos por su magia, y dijo que cada uno de ellos había ganado un premio por haber sido lo suficientemente listos como para engañarla.
Así el hermano mayor, que era un hombre combativo, pidio la varita más poderosa que existiera, una varita que ganara siempre en los duelos para su dueño, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte!.
Así la Muerte cruzó hasta un viejo árbol de Sauco en la ribera del río, dando forma a una varita de una rama que colgaba, y se la entregó al hermano mayor.
Entonces el segundo hermano, que era un hombre arrogante, decidio que quería humillar a la Muerte todavía más, y pidio el poder de resucitar a los muertos. Así la muerte recogio una piedra de la orilla del río y se la dio al segundo hermano, y le dijo que la piedra tenía el poder de traer de vuelta a los muertos.
Entonces la Muerte preguntó al tercer y más joven de los hermanos lo que quería. El hermano más joven era el más humilde y también el más sabio de los hermanos, y no confiaba en la Muerte. Así que pidio algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la muerte pudiera seguirle. Y la Muerte, de mala gana, le entrego su propia Capa de Invisibilidad.
La Muerte se apartó y permitio a los tres hermanos continuar su camino, y así lo hicieron, charlando asombrados sobre la aventura que habían vivido, y admirando los regalos de la Muerte.
En su debido momento los hermanos se separaron, cada uno hacía su propio destino.
El primer hermano viajó durante una semana más, y alcanzó un pueblo lejano, acompañando a un camarada mago con el que tuvo una riña. Naturalmente con la Varita del Sauco como arma, no podía perder en el duelo que seguiría. Dejando al enemigo en el suelo el hermano mayor avanzó hacia la posada, donde alardeó en vos alta de la poderosa varita que le había arrebatado a la Muerte, y de cómo ésta lo hacia invencible.
Esa misma noche, otro mago se acercó sigilosamente al hermano mayor que yacía, empapado en vino, sobre la cama. El ladrón tomó la varita y para más seguridad, le cortó la garganta al hermano mayor.
Y así la Muerte tomó al primer hermano para si.
Entretanto, el segundo hermano viajaba hacia su casa, donde vivía solo. Allí sacó la piedra que tenia el poder de resucitar a los muertos, y la volteó tres veces en su mano. Para su asombro y su deleite, la figura de la chica con la que una vez había esperado casarse, antes de su muerte prematura, aparecio ante el.
Pero ella estaba triste y fría, separada de él por un velo. Sin embargo había vuelto al mundo, pero ese no era su sitio y sufría. Finalmente el segundo hermano, impulsado por un loco anhelo desesperado, se mató para reunirse finalmente con ella.
Así fue como la Muerte tomó al segundo hermano para si.
Sin embargo la Muerte buscó al tercer hermano durante muchos años, y nunca pudo encontrarlo. Fue solo cuando tenía ya una edad avanzada que el hermano más joven se quitó la capa de invisibilidad y se la dio a su hijo. Y entonces saludó a la Muerte como a una vieja amiga y fue con ella gustosamente, e igualmente, pasó a mejor vida.
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